terça-feira, 11 de novembro de 2014

Habitación #13

Estar contigo. Besar cada parte de ti. Recorrer tu espalda y tu pecho con mis manos. Sentir como nos hacíamos uno mismo. Después, esperar a que llegara la mañana, deseando no poder separarnos de nuevo y meternos otra vez a esa habitación de hotel #13, donde quedaron grabadas nuestras marcas de una de las mejores noches que hemos tenido en esta corta, absurda y complicada relación. Fue como un prototipo, la respuesta a mi pregunta "¿Cómo sería verlo amanecer junto a mi?".
Quiero volver a amanecer contigo. Sentir tu calor junto a mi y dejar de ser dos personas bajo una sábana para unir nuestros mundos en una sola acción. Era curioso que, aun que estaba desnuda, no me sentía totalmente así. Al contrario, me sentía segura, protegida, vestida por ti, por tu esencia, tu calor, tu sudor. Todo era natural. No sentía miedo, ni vergüenza. Sólo anhelaba que no llegara la mañana. No quería ver el reloj para no contar las horas que faltaban para volver a la normalidad. Todo fue tan perfecto.
Verte dormir, verte despertar junto a mi. No pude pedir nada mejor en ese momento. Te sentí completo para mí. El tiempo de afuera se detuvo dentro de ese cuarto. Los problemas cotidianos supieron esperar una noche, nos dieron el tiempo de estar juntos, sin interrupciones.
Me has convertido en una total supersticiosa, el #13 se convirtió en mi número favorito desde esa noche. Los 11:11, las estrellas fugaces y las pestañas de los ojos ahora tienen un deseo escondido: "Más noches como aquella".
Me encantó ser totalmente tuya en esa habitación de hotel #13.