quinta-feira, 1 de agosto de 2013

¿Dónde estás?

Y ahora, ¿dónde estás? Dime quien te dio el permiso para irte. ¿Acaso alguna vez me preguntaste si te necesitaba a mi lado? ¡Claro que te necesitaba! Es más, ahora te necesito más que nunca y, como de costumbre, nunca estás cuando más te he necesitado. ¿Dónde estás? 

De pronto me encuentro sola, sentada en la sala y un café que se enfría por estar pensando en ti. Me dijiste que nunca me faltarías, que estarías para darme ese beso mañanero y un abrazo que hacia sentirme protegida. Bien dicen que no sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos. Sólo espero te des cuenta de lo que éramos, lo que teníamos y lo que seríamos. ¡Diablos! Que difícil es sentirte lejos. ¿Ahora que haré? Es evidente que te tengo que olvidar, y estoy segura que lo haré; pero, ¿qué hago mientras sucede? 

Los días pasan lento, más de lo normal. La foto que tenía junto a mi cama la he quitado y ahora mi pared se ve vacía. Sin darme cuenta me acostumbre a verte todos los días en esa fotografía. ¿Recuerdas el peluche que me diste? Le abrazo todos los días, imaginando que mi cálido abrazo lo puedas llegar a sentir. Muchas preguntas dan vueltas en mi cabeza, es evidente. Estoy segura de poder obtener respuestas, pero sólo algunas. Hay veces en las que quisiera hablarte para saber como estás y me siento patética pues apenas van pocos días desde que te fuiste. Ahora no sé quien es más tonto, si tu por dejarme ir o yo por seguir esperándote. Creo que es la duda que más me inquieta. 

Al final, ya no sabía donde estabas. Antes despertaba contigo en mi mente y al dormir lo último que pensaba eras tú, ahora sueles estar en mi mente todo el día. ¿Cuándo dejarás de doler? Sabía que me harías esto. Nadie se cruza en el camino de otra persona sin dejar huella y, por más que intentes no lastimar, siempre lo haces pues en algún punto del camino siempre llega la despedida. Sólo espero el día en que llegues a ser un gran recuerdo y una bonita experiencia. Escribir de ti me hace pensarte con optimismo... ¡quien lo diría!

Es gracioso que haya empezado culpándote de mi dolor y ahora termino dándome cuenta de que fuimos los dos. Tu no intentaste quedarte y yo no intenté retenerte. Nos dejamos ir. Como si no nos hiciéramos falta uno al otro. Al final dejamos que la distancia nos separara más de lo que ya estábamos. ¿Sabes algo? El problema era que yo no quería estar aquí sin ti, ni tú allá sin mi. Ahora sé que lo que tu necesitas es a alguien que esté cerca de ti o nadie que esté lejos. Y ahora, ¿dónde estamos?